sábado, 9 de febrero de 2013

Amon

Prólogo:

Yo tenía una pistola en mano, apuntando a mi cabeza. Mi cabello color ceniza pegado a mi sien y a mi nuca por el sudor.
Mire a la ciudad por el ventanal de mi apartamento, sus luces que encandilan y son de llamativos colores, luego a mi reflejo en el vidrio… Podía ver aquellas sombras bajo mis ojos azules en mi pálido rostro, pálido como la nieve; haciendo resaltar aquellas sombras mucho mas.
Mi pupila casi no era notoria, solo la iris azul celeste como signo de mi histeria, de mi desespero.
Mi mano sostenía con fuerza la pistola sin dejar de apuntar a mi cabeza, con un dedo sobre el gatillo…
No tenía camisa y se podía ver mi pecho y abdomen desnudos, y, en mi brazo, aquella marca que he tenido desde mi nacimiento, cuya causa inexplicable es para los médicos. Su parecido con un tatuaje es impresionante. Es algo parecido a un tallo alargado y fino, con espinas, tal vez una siete, que inicia su recorrido en mi hombro, se enrosca en mi brazo como una serpiente y termina en un corte diagonal antes de mi muñeca…
¿Qué por que razón un chico de tan solo dieciocho años, con una vida por delante, quiere suicidarse?
Pues, lo he perdido todo, no puedo pagar el apartamento en el que vivo, mis padres fallecieron, mi vida es un asco, no estudio ni trabajo, al que creía mi mejor amigo, mi ‘’hermano’’, me ha traicionado…
Yo… yo… El ser humano es débil y corre a la salida más fácil, más sencilla… Para mí, la muerte, jamás he apreciado mucho mi vida, tal vez ni siquiera debí venir al mundo.
La ira, la ira conmigo mismo me consume, me esta matando lentamente y de forma agonizante…
Mi dedo sobre el gatillo, dispuesto a presionarlo, cuando, repentinamente, mi marca empezó a doler, yo la mire. Irradiaba una extraña luz que la bordeaba.
El tallo tomo relieve, como si realmente estuviera ahí, rodeándome el brazo. El empezó a apretar más y más, las espinas, poco a poco se hundían en mi carne, cada vez mas pues no dejaba de apretar.
Gemí y sentía correr por mi brazo la tibia sangre.
Me vi obligado por el dolor a soltar el arma, esta cayo en el suelo y se disparo rompiendo el ventanal, solo un orificio que luego poco a poco fue quebrando el resto del vidrio y este estallo literalmente, saliendo en todas direcciones pedacitos de cristal.
Yo en un acto de reflejo, di la espalda y algunos de esos pedacitos de cristal se clavaron en mi espalda, gemí nuevamente, pero por el dolor de las espinas hundidas en mi piel sobre todo más que por el cristal.
Luchaba, intentando arrancar el tallo de mi brazo desesperadamente, pero solo conseguía decorar mi mano con sangre, eso estaba aferrado a mí como parte de mi piel, aunque podía sentir su relieve, su textura áspera…
Gritaba por el dolor, gritos desgarradores, caí sobre el sofá negro de mi sala, los trocitos de cristal en mi espalda se clavaron más profundamente pero no me importo, solo quería arrancarme esa cosa que tenia en mi brazo, el dolor provocado por el vidrio en mi espalda no era nada comparado con el de mi brazo.
Me revolvía, las lágrimas escapaban, tenía los ojos cerrados aun luchando, gimiendo, intentando liberarme de aquella agonía inigualable.
Abrí los ojos nuevamente, pude ver mis venas brillar, literalmente, como la marca.
Repentinamente todo se fue sumiendo lentamente en oscuridad, el frío se apodero, ya no tenia fuerzas, mi vista revoloteo y luego todo termino por perderse en la oscuridad y yo sin enterarme de nada mas. ¿Morí?

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